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Doctrina
Iglesia Bautista Victoria

Acá encontraras lo que cree la Iglesia Victoria de Posadas

Intro

   Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios. Creemos que Jesús es el Hijo De Dios nacido de una virgen, y vivió una vida sin pecado, murió en la cruz para pagar por nuestros pecados y resucitó al tercer día. Creemos que la única manera en que una persona puede puede ser Justificado para ir al Cielo es poniendo su fe solamente y completamente en Jesucristo. Creemos que una ves hijo de Dios, siempre hijo de Dios y que no hay forma de perder la salvación. Creemos que la salvación esta disponible a toda persona y no a un grupo elegido.

   Vivimos en un mundo que necesita desesperadamente un Salvador y la Iglesia Victoria quiere marcar una diferencia duradera en las vidas de la mayor cantidad posible de personas. Creemos que difundir el evangelio de Jesucristo y hacer discípulos cumple la gran comisión y será nuestro enfoque principal. Nuestra misión es guiar a las personas a convertirse en seguidores totalmente devotos de Cristo. Así es como podemos marcar la diferencia y es la fuerza impulsora detrás de todo lo que hacemos.

   Creemos en operar la Iglesia Victoria y ministerios como lo hizo Jesús con un corazón por los perdidos y quebrantados. Todas nuestras creencias son bíblicamente basado y no adoptaremos una postura firme sobre ninguna creencia religiosa basada en la tradición u opiniones de otros hombres. En áreas en las que las Escrituras son claras, nos aferraremos firmes a ellas ya que Dios y Su Palabra nunca cambian. En asuntos donde las Escrituras guardan silencio o hay alguna duda, los creyentes deben buscar ser guiados por Dios porque es sólo ante Él que él o ella es responsable en última instancia. Creemos que un Cristiano es un seguidor de Cristo y debe buscar agradar a Dios por encima de todo y que la Santidad es personal, no institucional. Creemos que todo hombre existe para agradar a Dios y que para agradarle debe amar a Dios de todo corazón y amar al prójimo como a si mismo. Creemos que cada hijo de Dios es guiado por el Espíritu Santo y debe buscar vivir una vida que agrade a Dios siendo luz en este mundo oscuro y atraer a otros a Jesucristo.  Cada cristiano tiene una responsabilidad hacia su iglesia local y primero debe buscar servir a Dios a través de su iglesia.

Fundamentos Bautistas

    La Iglesia Victoria de Posadas es una Iglesia Cristiana primero y después Bautista. Nos identificamos con la denominación Bautista porque es la que mas se asemeja a la palabra de Dios. No toda iglesia Bautista es igual pero estas son algunas de las principales creencias de nosotros los bautistas. 

La Biblia

La Biblia es la autoridad final en todos los asuntos de fe y práctica. La Biblia está inspirada por Dios y tiene la autoridad absoluta de Dios mismo.

Iglesia Local

La iglesia local es un organismo independiente responsable ante el Señor Jesucristo. La iglesia es autónoma o autogobernada. Ninguna jerarquía religiosa fuera de la iglesia local puede dictar las creencias o prácticas de una iglesia.

Sacerdocio del creyente

Todo creyente es un sacerdote de Dios y puede entrar en Su presencia en oración directamente a través de nuestro Gran Sumo Sacerdote, Jesucristo. No se necesita ningún otro mediador entre Dios y el hombre.

Dos Ordenanzas

La iglesia local debe practicar la ordenanza del bautismo y la ordenanza de la Cena del Señor (también llamada comunión). Estas ordenanzas no tienen parte en la salvación y solo sirven como imágenes de lo que Cristo hizo por nosotros.

Libertad del Alma Individual

Cada persona tiene la libertad de elegir lo que cree que es correcto en el ámbito religioso. Sin embargo, esto no exime a uno de la responsabilidad ante la Palabra de Dios o de rendir cuentas ante Dios mismo.

Membresía de la Iglesia

Los únicos requisitos para ser miembro de la Iglesia es ser hijo de Dios y haber sido bautizado bíblicamente.

Dos Oficios

Creemos que hay dos oficios en la iglesia, Pastor y Diácono.

Iglesia y Estado

Dios ha establecido tanto el gobierno como la iglesia. Cumplen dos roles separados en
sociedad. La iglesia no debería controlar al gobierno y, de la misma manera, el gobierno no debería controlar a la iglesia.

Doctrina

Sagradas Escrituras

 

La Biblia es la Palabra de Dios en lenguaje humano.1 Es el registro de la revelación que Dios hizo de sí mismo a los hombres.2 Dado que Dios es su verdadero autor, fue escrita por hombres inspirados y dirigidos por el Espíritu Santo.3 Su El propósito es revelar los propósitos de Dios, guiar a los pecadores a la salvación, edificar a los creyentes y promover la gloria de Dios.4 Su contenido es la verdad, sin mezcla de error, y por lo tanto es un tesoro perfecto de instrucción divina.5 Revela el destino final del mundo y los criterios por los cuales Dios juzgará a todos los hombres.6 La Biblia es la única autoridad en materia de religión, una norma fiel por la cual se deben medir las doctrinas y la conducta de los hombres.7 Siempre debe ser interpretado a la luz de la persona y las enseñanzas de Jesucristo.8

 

1. Sal 119,89; Hb 1,1; es 40,8; monte 24,35; Lc 24,44,45; Juan 10:35; Romanos 3,2; 1Pe 1,25; 2Pe 1.21

 2. Es 40,8; Mateo 22,29; Hb 1,1,2; monte 24,35; Lc 24,44,45; 16,29; Rom 16,25,26; 1Pe 1,25

3. Éx 24,4; 2Sm 23,2; Hechos 3:21; 2Pe 1.21

4. Lc 16,29; Romanos 1,16; 2Tm 3,16,17; 1Pe 2,2; Hb 4,12; Ef 6,17; Romanos 15.4

5. Sal 19,7-9; 119.105; 30,5; Juan 10:35; 17,17; Romanos 3,4; 15,4; 2Tm 3,15-17

6. Juan 12:47,48; Romanos 2:12,13

7. 2Cr 24,19; Sal 19,7-9; es 34,16; Mt 5,17,18; es 8,20; Hechos 17:11; Gál 6,16; Fil 3,16; 2Tm 1,13

8. Lc 24,44,45; Mt 5,22,28,32,34,39; 17,5; 11,29,30; Juan 5.39,40; Hb 1,1,2; Juan 1:1,2,14

Dios

 

El único Dios vivo y verdadero es Espíritu personal, eterno, infinito e inmutable; es omnipotente, omnisciente y omnipresente; es perfecto en santidad, justicia, verdad y amor.1 Es el creador, sustentador, redentor, juez y Señor de la historia y del universo, que gobierna con su poder, disponiendo de todas las cosas, según su eterno propósito y gracia.2 Dios es infinito en santidad y en todas las demás perfecciones.3 Por lo tanto, a él le debemos todo amor, adoración y obediencia.4 En su triunidad, el Dios eterno se revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo, personas distintas pero sin división en su esencia.5

 

1. Dt 6,4; Jer 10,1; Sal 139; 1Co 8,6; 1Tm 2,5,6; Éx 3,14; 6.2,3; es 43,15; monte 6,9; Juan 4:24; 1Tm 1,17; Ml 3,6; Santiago 1,17; 1Pe 1.16,17

2. Gén 1,1; 17.1; Éx 15,11-18; es 43,3; Hechos 17:24-26; Ef 3,11; 1Pe 1.17

3. Éx 15,11; es 6,2; 57,15; Trabajo 34:10

4. Mt 22,37; Juan 4:23,24; 1Pe 1.15,16

5. Mt 28,19; Mc 1,9-11; 1Jn 5,7; Rom 15,30; 2Co 13,13; PHP 3.3

1 - Dios Padre

 

Dios, como Creador, manifiesta disposición paternal hacia todos los hombres.1 Históricamente se reveló primero como padre del pueblo de Israel, a quien eligió según los propósitos de su gracia.2 Es el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, para a quienes envió a este mundo para salvar a los pecadores y hacer de ellos hijos por adopción.3 Los que aceptan a Jesucristo y creen en él son hechos hijos de Dios, nacen por su Espíritu, y así llegan a tenerlo como su Padre celestial, recibiendo protección de él y disciplina.4

 

1. Es 64,8; monte 6,9; 7,11; Hechos 17:26-29; 1Co 8,6; Hb 12,9

2. Éx 4,22,23; Dt 32,6-18; Es 1,2,3; 63,16; Jer 31.9

3. Sal 2,7; Mateo 3,17; 17,5; Lucas 1,35; Juan 1:12

4. Mt 23,9; Juan 1:12,13; Romanos 8,14-17; Gál 3,26; 4,4-7; Hb 12,6-11

2 - Dios el Hijo

 

Jesucristo, uno en esencia con el Padre, es el Hijo eterno de Dios.1 En él, por él y para él fueron creadas todas las cosas.2 En la plenitud de los tiempos se hizo carne, en la persona real e histórica de Jesucristo. , generado por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, siendo, en su persona, verdadero Dios y verdadero hombre.3 Jesús es imagen expresa de su Padre, suprema revelación de Dios al hombre.4 Él honró y cumplió plenamente el ley divina y reveló y obedeció toda la voluntad de Dios.5 Se identificó perfectamente con los hombres, sufriendo el castigo y expiando la culpa de nuestros pecados, aunque él mismo no había pecado.6 Para salvarnos del pecado, murió en la cruz. , fue sepultado y al tercer día resucitó de entre los muertos y, después de aparecerse muchas veces a sus discípulos, ascendió al cielo, donde, a la diestra del Padre, ejerce su eterno sumo sacerdocio.7 Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres y único y suficiente Salvador y Señor.8 Por su Espíritu está presente y habita en el corazón de cada creyente y en la iglesia.9 Regresará visiblemente a este mundo con gran poder y gloria, para juzgar hombres y consumar su obra redentora.10

 

1. Sal 2,7; 110,1; Mt 1,18-23; 3,17; 8,29; 14,33; 16,16,27; 17,5; Mc 1,1; Lc 4,41; 22,70; Juan 1.1,2; 11,27; 14,7-11; 16.28

2. Juan 1,3; 1Co 8,6; Col 1.16,17

3. Es 7,14; Lucas 1,35; Juan 1:14; Gálatas 4.4,5

4. Juan 14,7-9; Mateo 11,27; Juan 10.30,38; 12,44-50; Col 1,15,19; 2,9; Hb 1,3

5. Tiene 53 años; Mateo 5,17; Hb 5,7-10

6. Romanos 8,1-3; Fil 2,1-11; Hb 4,14,15; 1Pe 2,21-25

7. Hechos 1,6-14; Juan 19.30,35; Mt 28,1-6; Lc 24,46; Juan 20,1-20; Hechos 2,22-24; 1Co 15.4-8

8. Juan 14,6; Hechos 4:12; 1Tm 2,4,5; En 7,55,56; Hb 4,14-16; 10.19-23

9. Mt 28,20; Juan 14:16,17; 15,26; 16,7; 1Co 6.19

10. Hechos 1:11; 1Co 15,24-28; 1Ts 4,14-18; tt 2.13

3 - Dios el Espíritu Santo

 

El Espíritu Santo, uno en esencia con el Padre y el Hijo, es una persona divina.1 Él es el Espíritu de verdad.2 Actuó en la creación del mundo e inspiró a los hombres a escribir las Sagradas Escrituras.3 Él ilumina a los hombres y les empodera para comprender la verdad divina.4 En el día de Pentecostés, en cumplimiento final de la profecía y promesas acerca del descenso del Espíritu Santo, él se manifestó de manera única, cuando los primeros discípulos fueron bautizados en el Espíritu, pasando a ser parte del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Sus otras manifestaciones, contenidas en el libro de los Hechos de los Apóstoles, confirman la evidencia de la universalidad del don del Espíritu Santo a todos los que creen en Cristo.5 La recepción del Espíritu Santo ocurre siempre cuando los pecadores se convierten a Jesucristo, quien los integra ellos, regenerados por el Espíritu, a la iglesia.6 Él da testimonio de Jesucristo y lo glorifica.7 Convence al mundo del pecado, la justicia y el juicio.8 Opera la regeneración del pecador perdido.9 Sella al creyente para el día de la redención final.10 Habita en el creyente.11 Lo guía a toda verdad.12 Le permite obedecer la voluntad de Dios.13 Distribuye dones a los hijos de Dios para la edificación del Cuerpo de Cristo y para el ministerio de la Iglesia en el mundo.14 Su plenitud y su fruto en la vida del creyente constituyen condiciones para una vida cristiana victoriosa y testimonial.15

 

1. Gn 1,2; Job 23:13; Sal 51,11; 139,7-12; Es 61,1-3; Lc 4,19,18; Juan 4:24; 14.16,17; 15,26; Hb 9,14; 1Jn 5,6,7; monte 28.19

2. Juan 16:13; 14,17; 15.26

3. Gn 1,2; 2Tm 3,16; 2Pe 1.21

4. Lc 12,12; Juan 14:16,17,26; 1Co 2,10-14; Hebreos 9.8

5. Joel 2,28-32; Hechos 1,5; 2.1-4; Lc 24,29; Hechos 2:41; 8.14-17; 10,44-47; 19,5-7; 1Co 12.12-15

6. Hechos 2.38,39; 1Co 12.12-15

7. Juan 14:16,17; 16.13,14

8. Juan 16,8-11

9. Juan 3,5; Romanos 8,9-11

10. Ef 4,30

11. Romanos 8,9-11

12. Juan 16:13

13. Ef 5,16-25

14. 1Co 12,7,11; Ef 4.11-13

15. Ef 15,18-21; Gál 5.22,23; En 1,8

El Hombre

 

Por un acto especial, el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza y de ahí deriva su valor y dignidad.1 Su cuerpo fue hecho del polvo de la tierra y al mismo polvo volverá.2 Su espíritu procede de Dios y a él regresará.3 El creador ha ordenado al hombre dominar, desarrollar y custodiar la obra creada.4 Creado para la glorificación de Dios.5 Su propósito es amar, conocer y estar en comunión con su Creador, así como cumplir su voluntad divina.6 Siendo personal y espiritual, el hombre tiene la capacidad de percibir, conocer y comprender, aunque sea en parte, intelectual y experimentalmente, la verdad revelada, y tomar sus decisiones en materia religiosa, sin mediaciones, interferencias o imposición de cualquier poder humano, ya sea civil o religioso.7

 

1. Gn 1,26-31; 18,22; 9,6; Sal 8,1-9; monte 16.26

2. Gn 2,7; 3,19; CE 3,20; 12.7

3. Ecl 12,7; Dn 12.2,3

4. Gn 1,21; 2.1; Sal 8,3-8

5. Hechos 17:26-29; 1Jn 1.3,6,9

6. Jer 9.23,24; micrófono 6,8; Mateo 6,33; Juan 14:23; Romanos 8.38,39

7. Juan 1,4-13; 17,3; Ec 5,14,17; 1Tm 2,5; Job 19.25,26; Jeremías 31,3; Hechos 5:29; Ez 18,20; Dn 12,2; Mt 25,32,46; Juan 5:29; 1Co 15; 1Ts 4.16,17; Ap 20.11-30

Pecado

En el principio, el hombre vivía en un estado de inocencia y mantenía perfecta comunión con Dios.1 Pero, cediendo a la tentación de Satanás, en un acto libre de desobediencia contra su Creador, el hombre cayó en pecado y así perdió la comunión con Dios y se separó. de Él. .2 Como resultado de la caída de nuestros primeros padres, todos somos, por naturaleza, pecadores e inclinados a hacer el mal.3 Todo pecado se comete contra Dios, su persona, su voluntad y su ley.4 Pero el el mal cometido por el hombre alcanza también al prójimo.5 El mayor pecado consiste en no creer en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios, como salvador personal.6 Como resultado del pecado del hombre, la incredulidad y la desobediencia contra Dios, está sujeto a la muerte y a la condenación eterna, además de convertirse en enemigo de los demás y de la propia creación de Dios.7 Separado de Dios, el hombre es absolutamente incapaz de salvarse a sí mismo y, por tanto, depende de la gracia de Dios para ser salvo.8

 

1. Gn 2,15-17; 3,8-10; CE 7.29

2. Gén 3; Romanos 5,12-19; Ef 2,12; Romanos 3.23

3. Gn 3,12; Romanos 5,12; Sal 51,15; es 53,6; Jer 17,5; Romanos 1,18-27; 3.10-19; 7.14-25; Gál 3,22; Ef 2.1-3

4. Sal 51,4; Mt 6,14; Romanos 8,7-22

5. Mt 6,14,15; 18:21-35; 1Co 8.12; Santiago 5.16

6. Juan 3:36; 16,9; 1Jn 5.10-12

7. Romanos 5,12-19; 6,23; Ef 2,5; Gn 3,18; Romanos 8.22

8. Romanos 3,20; Gál 3.10,11; Ef 2.8,9

Salvación

La salvación es concedida por Dios por su gracia, mediante el arrepentimiento del pecador y la fe en Jesucristo como único Salvador y Señor.1 El precio de la eterna redención del creyente fue pagado una sola vez por Jesucristo, mediante el derramamiento de su sangre en cruz.2 La salvación es individual y significa la redención del hombre en la totalidad de su ser.3 Es un don gratuito que Dios ofrece a todos los hombres y que incluye la regeneración, la justificación, la santificación y la glorificación.4

1. Sal 37,39; es 55,5; SF 3,17; Tt 2,9-11; Ef 2,8,9; Hechos 15:11; 4.12

2. Is 53,4-6; 1Pe 1,18-25; 1Co 6,20; Ef 1,7; Apocalipsis 5.7-10

3. Mt 116,24; Romanos 10,13; 1Ts 5.23,24; Romanos 5.10

4. Romanos 6,23; Hb 2,1-4; Juan 3:14; 1Co 1,30; Hechos 11:18

La regeneración es el acto inicial de salvación en el que Dios hace nacer de nuevo al pecador perdido, convirtiéndolo en una nueva criatura en Cristo. Es obra del Espíritu Santo en la que el pecador recibe el perdón, la justificación, la adopción como hijo de Dios, la vida eterna y el don del Espíritu Santo. En este acto, el nuevo creyente es bautizado en el Espíritu Santo, sellado por él para el día de la redención final y liberado del castigo eterno de sus pecados.1 Hay dos condiciones para que el pecador sea regenerado: el arrepentimiento y la fe. El arrepentimiento implica un cambio radical en el hombre interior, por el cual se aleja del pecado y se vuelve a Dios. La fe es la confianza y la aceptación de Jesucristo como Salvador y la entrega total de la personalidad a él por parte del pecador.2 En esta experiencia de conversión, el hombre perdido se reconcilia con Dios, quien le concede el perdón, la justicia y la paz. 3

1. Dt 30,6; Ez 36,26; Juan 3,3-5; 1Pe 1,3; 2Co 5,17; Efesios 4:20-24

2.Tt 3,5; Romanos 8,2; Juan 1:11-13; Ef 4,32; Hechos 11:17

3. 2Co 1.21,22; Ef 4,30; Romanos 8,1; 6.22

La justificación, que ocurre simultáneamente con la regeneración, es el acto por el cual Dios, considerando los méritos del sacrificio de Cristo, absuelve, en el perdón, al hombre de sus pecados y lo declara justo, capacitándolo para una vida de justicia ante Dios. ante los hombres.1 Esta gracia se concede no a causa de obras meritorias realizadas por el hombre sino a través de su fe en Cristo.2

1. Es 53.11; Romanos 8,33; 3.24

2. Romanos 5,1; Hechos 13:19; monte 9,6; 2Co 5,31; 1Co 1.30

3. Gálatas 5,22; Fil 1,9-11

La santificación es el proceso que, a partir de la regeneración, lleva al hombre a la realización de los propósitos de Dios para su vida y le permite progresar en la búsqueda de la perfección moral y espiritual de Jesucristo, mediante la presencia y el poder del Espíritu Santo que en él habita.1 Ocurre en la medida de la dedicación del creyente y se manifiesta a través de un carácter marcado por la presencia y el fruto del Espíritu, así como por una vida de testimonio fiel y servicio consagrado a Dios y a los demás.2

1. Juan 17:17; 1Ts 4,3; 5,23; 4.7

2. Pv 4,18; Rom 12,1,2; Fil 2,12,13; 2Co 7.1; 3,18; Hb 12,14; Romanos 6.19

La glorificación es la culminación de la obra de la salvación.1 Es el estado final y permanente de felicidad para aquellos que son redimidos por la sangre de Cristo.2

1. Habitación 8,30; 2Pe 1.10,11; 1Jn 3,2; Fil 3,12; Hb 6.11

2. 1Co 13,12; 1Ts 2,12; Apocalipsis 21.3,4

Elección

La elección es la elección hecha por Dios, en Cristo, desde la eternidad, de las personas para la vida eterna, no por ningún mérito, sino según las riquezas de su gracia.1 Antes de la creación del mundo, Dios, en el ejercicio de su divina soberanía y a la luz de su presciencia de todas las cosas, eligió, llamó, predestinó, justificó y glorificó a quienes, con el transcurso del tiempo, aceptarían libremente el don de la salvación.2 Aunque basada en la soberanía de Dios, esta elección está en perfecta consonancia con el libre albedrío de todos y cada uno de los hombres.3 La salvación del creyente es eterna. Los salvos perseveran en Cristo y son guardados por el poder de Dios.4 Ninguna fuerza o circunstancia tiene el poder de separar al creyente del amor de Dios en Cristo Jesús.5 El nuevo nacimiento, el perdón, la justificación, la adopción como hijos de Dios, la elección y el don del Espíritu Santo aseguran que los salvos permanezcan en la gracia de la salvación.6

1. Gn 12,1-3; Éx 19,5,6; Ez 36,22,23,32; 1Pe 1,2; Romanos 9,22-24; 1º 1.4

2. Romanos 8,28-30; Ef 1,3-14; 2Ts 2.13,14

3. Dt 30,15-20; Juan 15:16; Romanos 8,35-39; 1Pe 5.10

4. Juan 3.16,36; Juan 10.28,29; 1 Juan 2:19

5. Mt 24,13; Romanos 8,35-39

6. Juan 10:28; Romanos 8,35-39; Jd 24

Reino de Dios

El reino de Dios es el dominio soberano y universal de Dios y es eterno.1 También es el dominio de Dios en los corazones de los hombres que voluntariamente se someten a él por la fe, aceptándolo como Señor y Rey. que opera en el mundo y se manifiesta a través del testimonio de sus súbditos.2 La consumación del reino ocurrirá con el regreso de Jesucristo, en una fecha que sólo Dios sabe, cuando el mal será completamente vencido y surgirá el nuevo cielo. y la tierra nueva para la morada eterna de los redimidos con Dios.3

1. Dn 2,37-44; es 9.6,7

2. Mt 4,17; Lc 17,20; 4,43; Juan 18:36; 3.3-5

3. Mt 25,31-46; 1Co 15,24; Apocalipsis 11.15

Iglesia

La iglesia es una congregación local de personas regeneradas bautizadas después de una profesión de fe. Es en este sentido que la palabra “iglesia” se usa la mayor parte de las veces en los libros del Nuevo Testamento.1 Tales congregaciones se forman por el libre albedrío de estas personas con el propósito de adorar a Dios, observar las ordenanzas de Jesús, meditar en las enseñanzas de la Biblia para la edificación mutua y para la propagación del evangelio.2 Las iglesias del Nuevo Testamento son autónomas, tienen un gobierno democrático, practican la disciplina y se rigen en todos los asuntos espirituales y doctrinales exclusivamente por las palabras de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo.3 Hay dos tipos de oficiales en las iglesias, según las Escrituras: pastores y diáconos. Las iglesias deben relacionarse con otras iglesias de la misma fe y orden y cooperar, voluntariamente, en las actividades del reino de Dios. Las relaciones con otras entidades, ya sean eclesiásticas o no, no deben implicar una violación de conciencia o un compromiso de lealtad a Cristo y su palabra. Cada iglesia es un templo del Espíritu Santo.4 También hay otro significado de la palabra “iglesia” en el Nuevo Testamento, en el que aparece como la reunión universal de los redimidos de todos los tiempos, establecida por Jesucristo y edificada sobre él. , constituyéndolo en el cuerpo espiritual del Señor, del cual él mismo es cabeza. Su unidad es de naturaleza espiritual y se expresa en el amor fraternal, la armonía y la cooperación voluntaria en la realización de los propósitos comunes del reino de Dios.5

1. Mt 18,17; Hechos 5:11; 20:17-28; 1Co 4.17

2. Hechos 2:41,42

3. Mt 18,15-17

4. Hechos 20:17,28; Tt 1,5-9; 1Tm 3.1-13

5. Mt 16,18; Col 1,18; Hb 12,22-24; Ef 1.22,23

El bautismo y la cena del Señor

El bautismo y la Cena del Señor son las dos ordenanzas de la iglesia establecidas por el mismo Jesucristo, ambas de naturaleza simbólica.1 El bautismo consiste en la inmersión del creyente en agua, después de su profesión pública de fe en Jesucristo como único y suficiente. Salvador y personal.2 Simboliza la muerte y sepultura del viejo hombre y la resurrección a una nueva vida en identificación con la muerte, sepultura y resurrección del Señor Jesucristo y también presagia la resurrección de los redimidos.3 El bautismo, que es una condición para ser miembro de una iglesia, debe ser ministrada bajo la invocación del nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.4 La Cena del Señor es una ceremonia de la iglesia reunida, que conmemora y proclama la muerte del Señor Jesús. Cristo, simbolizado a través de los elementos utilizados: El pan y el vino.5 En este memorial, el pan representa su cuerpo entregado por nosotros en el Calvario y el vino simboliza su sangre derramada.6 La Cena del Señor debe ser celebrada por las iglesias hasta el regreso. de Cristo y su celebración presupone el bautismo bíblico y un cuidadoso examen íntimo de los participantes.7

 

1. Mt 3,5,6,13-17; Juan 3.22,23; 4.1,2; 1Co 11.20,23-30

2. Hechos 2.41,42; 8.12,36-39; 10.47.48

3. Romanos 6,3-5; Gál 3,27; col 2.12

4. Mt 28,19; A las 2:38,41,42; 10.48

5-6. Mt 26,26-29; 1Co 10.16,17-21; 11.23-29

7. Mt 26,29; 1Co 11,26-28; Hechos 2:42; 20.4-8

Ministerio de la Palabra

Todos los creyentes han sido llamados por Dios a la salvación, al servicio cristiano, a dar testimonio de Jesucristo y promover su reino, en la medida de los talentos y dones concedidos por el Espíritu Santo.1 Sin embargo, Dios elige, llama y separa a ciertos hombres, de manera especial para el servicio distinto, definido y singular del ministerio de su Palabra.2 El predicador de la Palabra es un portavoz de Dios entre los hombres.3 Tiene una misión similar a la que desempeñaron los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles del Nuevo Testamento, con el mismo Jesús como ejemplo y estandarte supremo.4 La obra del portavoz de Dios tiene un doble propósito: proclamar la Buena Nueva a los perdidos y pastorear a los salvos.5 Cuando un hombre convertido da evidencia de haber sido llamado y separado por Dios para este ministerio, y teniendo las calificaciones estipuladas en las Escrituras para su ejercicio, es responsabilidad de la iglesia local separarlo, formal y públicamente, en reconocimiento de la vocación divina ya existente y verificada en su experiencia cristiana.6 Este acto solemne de consagración se consuma cuando los miembros de un presbiterio o consejo de pastores, convocados por la iglesia, imponen las manos a la persona llamada.7 El ministro de la Palabra debe dedicarse por completo a la obra a la que fue llamado, dependiendo en todo de Dios mismo.8 El predicador del Evangelio debe vivir del Evangelio.9 Las iglesias tienen la responsabilidad de cuidar y sostener a sus pastores de manera adecuada y digna.10

 

1. Mt 28,19,20; Hechos 1,8; Rom 1,6,7; 8:28-30; Ef 4,1,4; 2Tm 1,9; Hb 9,15; 1Pe 1,15; Apocalipsis 17.14

2. Mt 28,19,20; Hechos 1,8; Rom 1,6,7; 8:28-30; Ef 4,1,4; 2Tm 1,9; Hb 9,15; 1Pe 1,15; Apocalipsis 17.14

3. Éx 4.11,12; Es 6,5-9; Jer 1,5-10; Hechos 20:24-28

4. Hechos 26.19,20; Juan 13:12-15; Efesios 4:11-17

5. Mt 28,19,20; Juan 21:15-17; Hechos 20:24-28; 1Co 1,21; Efesios 4:12-16

6. Mt 28,19,20; Juan 21:15-17; Hechos 20:24-28; 1Co 1,21; Efesios 4:12-16

7. Hechos 13.1-3; 1Tm 3.1-7

8. Hechos 13.3; 1Tm 4.14

9. Mt 10,9,10; Lucas 10,7; 1Co 9.13,14; 1Tm 5.17,18

10. Mt 10,9,10; Lucas 10,7; 1Co 9.13,14; 1Tm 5.17,18

Mayordomía

La mayordomía es la doctrina bíblica que reconoce a Dios como Creador, Señor y Dueño de todas las cosas.1 Todas las bendiciones temporales y espirituales provienen de Dios y por lo tanto los hombres le deben lo que son y poseen, así como su sustento.2 El creyente pertenece a Dios porque Dios lo creó y lo redimió en Jesucristo.3 Al pertenecer a Dios, el creyente es mayordomo o administrador de la vida, de las habilidades, del tiempo, de las posesiones, de las influencias, de las oportunidades, de los recursos naturales y de todo lo que Dios le encomienda en su infinito amor, providencia y sabiduría.4 Es deber del creyente vivir y comunicar al mundo el Evangelio que recibió de Dios.5 Las Sagradas Escrituras enseñan que el plan específico de Dios para el sostenimiento financiero de su causa consiste en la entrega por parte de los creyentes de diezmos y ofrendas. .6 Deben aportar su aporte sistemático y proporcional a la iglesia con alegría y libertad, para sostener el ministerio, obras de evangelización, caridad y otras.7

1. Gn 1,1; 14:17-20; Sal 24,1; Ecl 11,9; 1Co 10.26

2. Gn 14,20; Dt 8,18; 1Cr 29,14-16; Santiago 1,17; 2Co 8,5

3. Gn 1,27; Hechos 17:28; 1Co 6,19,20; Santiago 1,21; 1Pe 1.18-21

4. Mt 25,14-30; 31.46

5. Romanos 1,14; 1Co 9,16; Fil 2.16

6. Gn 14,20; Lv 27,30; Sal 3,9,10; Mi 3,8-12; monte 23.26

7. Hechos 11,27-30; 1Co 8,1-3; 2Co 8,1-15; Fil 4:10-18

Libertad Religiosa

 

Dios y sólo Dios es el Señor de la conciencia.1 La libertad religiosa es uno de los derechos fundamentales del hombre, inherente a su naturaleza moral y espiritual.2 Por esta naturaleza, la libertad religiosa no debe ser interferida por ningún poder humano.3 Cada persona tiene derecho a adorar a Dios, según los dictados de su conciencia, libre de coerción de cualquier tipo.4 La iglesia y el Estado deben estar separados porque son diferentes en su naturaleza, objetivos y funciones.5 Es deber del Estado garantizar el pleno goce y ejercicio de la libertad religiosa, sin favorecer a ningún grupo o credo.6 El Estado debe ser laico y la Iglesia libre. Reconociendo que el gobierno del Estado está divinamente ordenado para el bienestar de los ciudadanos y el justo orden de la sociedad, es deber de los creyentes orar por las autoridades, así como respetar y obedecer las leyes y honrar a los poderes que ser, excepto en aquello que se opone a la voluntad y ley de Dios.7

 

1. Gn 1,27; 2,7; Sal 9,7-8; Mateo 10,28; 23.10; Romanos 14,4; 9,13; Santiago 4.12

2. Josué 24:15; 1Pe 2,15,16; Lucas 20.25

3. Dn 3,15-18; Lc 20,25; Hechos 4,9-20; 5.29

4. Dn 3,16-18; 6; Hechos 19:35-41

5. Mt 22,21; Romanos 13,1-7

6. Hechos 19:34-41

7. Dn 3,16-18; 6,7-10; Mateo 17,27; Hechos 4:18-20; 5,29; Romanos 13,1-7; 1Tm 2.1-3

Orden Social

Como sal de la tierra y luz del mundo, el cristiano tiene el deber de participar en todo esfuerzo que tienda al bien común de la sociedad en que vive.1 Sin embargo, el mayor beneficio que puede proporcionar es anunciar la mensaje del Evangelio; El bienestar social y el establecimiento de la justicia entre los hombres dependen básicamente de la regeneración de cada persona y de la práctica de los principios del Evangelio en la vida individual y colectiva.2 Sin embargo, como cristianos, debemos tender una mano de ayuda a los huérfanos, viudas, a los ancianos, a los enfermos y a otros necesitados, así como a todos aquellos que son víctimas de cualquier injusticia y opresión.3 Haremos esto con espíritu de amor, sin recurrir nunca a ningún medio de violencia o a aquellos que no estén de acuerdo. con los estándares de vida establecidos en el Nuevo Testamento.4

 

1. Mt 5,13-16; Juan 12:35-36; PHP 2.15

2. Mt 6,33; Mc 6,37; Lucas 10.29-37

3. Éx 22,21,22; Sal 82,3,4; Ec 11.1,2

4. Is 1,16-20; micrófono 6,8; monte 5.9

Familia y matrimonio

La familia, creada por Dios para el bien del ser humano, es la primera institución de la sociedad, cuya base es el matrimonio, que es la unión entre un hombre y una mujer, siendo su naturaleza heterosexual, monógama e indisoluble. El propósito inmediato de la familia y el matrimonio es glorificar a Dios y proporcionar la satisfacción de las necesidades humanas, la comunión, la educación, el compañerismo, la seguridad, la realización personal, la preservación de la especie y la perfecta adaptación de la persona humana en todas sus dimensiones, especialmente la infantil. y los ancianos. La vida sexual dentro del matrimonio es un regalo de Dios, pero fuera del matrimonio es un pecado contra Dios. Los conflictos en la familia y en el matrimonio, algunos de naturaleza irreconciliable, se desvían del plan original de Dios y provienen de la dureza del corazón humano. Según la Biblia, los hijos, desde el momento de la concepción, son bendiciones y herencia del Señor. El hogar cristiano debe ser un ambiente fértil para la formación integral de la persona a la luz de los valores cristianos, con los padres como modelos de vida, integridad y servicio a Dios y a la iglesia. Corresponde a los padres apoyar la formación educativa y espiritual de sus hijos.

1. Gn 1,26-28; 2:18-25; Js 24,14,15; 1 rupias 2,1-4; Mt 19,3-12; Romanos 7,1-3; 1 Cor 7,10-17

2. Gn 1,28; Sal 127,1-5; 128,1-6; EC 4,9-13; Mt 19,4-6; Ef 5,22-6,4; Col 3.18-21

3. Dt 6,1-9; Sal 127,3; Hechos 2,42-47’; 16.31-34

Muerte

 

Todos los hombres están marcados por la finitud, ya que, a consecuencia del pecado, la muerte se extiende a todos.1 La Palabra de Dios asegura la continuidad de la conciencia y la identidad personal después de la muerte, así como la necesidad de que todos los hombres acepten la gracia de Dios en Cristo mientras están en este mundo.2 Con la muerte se define el destino eterno de cada hombre.3 Por la fe en los méritos del sacrificio sustitutivo de Cristo en la cruz, la muerte del creyente deja de ser una tragedia, como lo son los transportes. a un estado de felicidad completa y constante en la presencia de Dios. Las Escrituras llaman a este estado de felicidad “dormir en el Señor”.4 Los incrédulos e impenitentes entran, después de la muerte, en un estado de separación definitiva de Dios.5 En la Palabra de Dios encontramos claramente expresada la prohibición divina de buscar el contacto con el muertos, así como la negación de la efectividad de los actos religiosos en relación con aquellos que ya han fallecido.6

 

1. Romanos 5,12; 1Co 15,21-26; Hb 9,27; Santiago 4.14

2. Lc 16,19-31; Hebreos 9.27

3. Lc 16,19-31; 23:39-46; Hebreos 9.27

4. Romanos 5,6-11; 14,7-9; 1Co 15,18-20; 2Co 5.14,15; Fil 1,21-23; 1Ts 4,13-17; 2Tm 2.11

5. Lc 16,19-31; Juan 5:28,29

6. Éx 22,18; Lev 19,31; 20,6,27; Dt 18,10; 1Cr 10,13; es 8,19; Juan 3:18

Justos y Malvados

Dios, en el ejercicio de su sabiduría, está conduciendo al mundo y a la historia a su fin final.1 En cumplimiento de su promesa, Jesucristo regresará a este mundo, personal y visiblemente, con gran poder y gloria.2 Los muertos en Cristo serán resucitados, arrebatados y serán unidos al Señor.3 Los muertos sin Cristo también resucitarán.4 Aunque los creyentes ya están justificados por la fe, todos los hombres se presentarán ante el tribunal de Jesucristo para ser juzgados, cada uno según su sus obras, porque a través de ellas se manifiestan los frutos de la fe o los de la incredulidad.5 Los malvados condenados y destinados al infierno sufrirán allí el castigo eterno, separados de Dios.6 Los justos, con cuerpos glorificados, recibirán sus recompensas y habitará para siempre en el cielo como el Señor.7

 

1. Mt 13,39,40; 28,20; Hechos 3:21; 1Co 15,24-28; Ef 1.10

2. Mt 16,27; Mc 8,38; Lc 17,24; 21,27; Hechos 1:11; 1Ts 4,16; 1Tm 6,14,15; 2Tm 4.1,8

3. Dn 12.2,3; Juan 5.28,29; Romanos 8,23; 1Co 15,12-58; Php 3,20; columna 3.4

4. Dn 12,2; Juan 5.28,29; Hechos 24:15; 1Co 15.12-24

5. Mt 13,49,50; Hechos 10:42; 1Co 4,5; 2Co 5.10; 2Tm 4,1; Hb 9,27; 2Pe 2.9

6. Dn 12.2,3; Mateo 16,27; Mc 9,43-48; Lc 16,26-31; Juan 5.28,29; Romanos 6.22,23

7. Dn 12.2,3; Mateo 16,27; 25:31-40; Lucas 14:14; 16.22,23; Juan 5.28,29; 14.1-3; Rom 6,22,23; 1Co 15,42-44; Ap 22.11,12

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